lunes, 8 de octubre de 2012

Así suena Sevilla

Cada vez hay más bandas, más marchas, de dudoso gusto algunas,otras auténticas obras de arte. Mucha, mucha música cofrade en esta ciudad que tanto debe a sus bandas.
Pero los sonidos de la Semana Santa no se reducen solamente al redoblar de un tambor, a un eterno solo de trompeta, o a ese tono de corneta imposible. No, hay mucho más. Son esos otros sonidos que sin ser propiamente música, llegan a sonarnos en la mayoría de los casos a una melodía celestial.

Son esas campanas de la Borriquita, entremezclándose entre los sones de "Cristo del Amor", mientras una abarrotada Plaza del Salvador revive un año más esa niñez en que vistieron de inocencia el Domingo de Ramos. Es ese primer aldabonazo que escuchamos en la Calle Río de la Plata, mientras un cielo azul sirve de palio para la Virgen de la Paz.
Esos golpes secos en el suelo del diputado de tramo de turno, indicando a la cofradía que ande, con un palermo que mas pareciera una batuta dirigiendo la orquesta.

O cuando las campanas de San Andrés doblan a duelo, Santa Marta sale a la calle mientras sus campanas anuncian la muerte del redentor. Bajará por García Tassara mientras el rachear de las zapatillas de los costaleros, será su unico acompañamiento musical. El mismo que suena también para las Tres Caidas de San Isidoro, el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes, o el imponente Señor de Pasión, para el que a la salida y a la entrada sonará también el retumbar de pasos al subir y bajar la "rampla". Bendita "rampla".

Música hay también en el regreso al amanecer del Cristo del Calvario por Castelar y Molviedro, cuando un grupito de alegres vencejos se deleite en el placer de la sencillez. Son los mismos que despedirán al Señor de Sevilla, cantándole su ultima saeta en la Plaza de San Lorenzo.

Y que decir de ellas, las Hermanitas de la Cruz, esos ángeles bajados a la tierra por obra y gracia de Sevilla, para que desde un rincón de la Calle Santa Ángela, pongan ese punto de serenidad, clasicismo y buen gusto, cuando se hallen postradas cantando a la Macarena plegarias que suenan a gloria . Amargura,Gracia y Amparo,Angustias...todas ellas testigo de esas miradas tímidas, acongojadas y tan llenas de emoción de las que se saben delante de la madre de Dios. Que ya lo dijo Rafael Díaz, estas, "son las puertas del cielo".

Casi sentiremos ese escalofrío del final cuando el Muñidor de la Mortaja avance por Bustos Tavera, ese sonido tan de Viernes Santo que preludia la despedida. El Muñidor, o la vuelta a la semana santa que no conocimos....
Crujir de trabajaderas con cada levanta a pulso del Cristo de Burgos o del Buen Fin. Sonidos, muchos sonidos, los que llenan esa Semana Santa tan sorda a veces de sentimientos, como sordos suenan los tambores de la Centuria Romana del Santo Entierro.

El rechinar de una puerta nos dirá adiós. En una plaza del casco antiguo, donde tantos recuerdos y sonidos dejamos alguna vez, cuando la Soledad de San Lorenzo, inicie una vez más la cuenta atrás para volver a encontrarnos con el principio, las Campanas de la Borriquita.


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